FASFÚ es una comedia teatro absurdo, pero cuyo registro actoral y tono (alejado de la farsa, del grotesco y del sainete) mantienen el rigor y la intensidad de un drama. Si existe un humor, no es la búsqueda, es en todo caso la consecuencia de un contraste, una suerte de oxímoron entre la situación absurda que se plantea y la seriedad e intensidad con que aparentemente la viven los personajes. La situación "obscena" que produce la instalación de un local de fast food dentro de una mina de carbón, genera de por sí un ambiente de riqueza dramática, un territorio preñado de un agudo conflicto que se potencia aún más cuando los mineros deciden tomar la mina y mantener de rehenes a todos sus ocupantes. El cambio de lógica que se produce en el local de fast food, que pasa de un sistema mecanicista despiadado a tener que colaborar haciendo una olla popular para los mineros, arroja a los personajes, sobre todo a Macdor (el encargado del local) hacia una escalada de adaptaciones y reacciones que lo dejarán muy lejos de donde empezó. Ante la urgencia de la supervivencia, salen en el grupo las miserias humanas mas profundas, la autoridad se pone a prueba y un nuevo orden termina por gestarse. Desde el inicio la obra se plantea un ritmo intenso con un gran despliegue físico de los actores, y se instala con irreverencia un ambiente desopilante que se va tornando desgarrador hasta convertirse en una verdadera tragedia. Buscamos que se destaque la potencia de las actuaciones por sobre contar una historia, el contexto es solo una excusa para poner de relieve los micro espacios que se crean en las relaciones humanas cuando las personas deciden someterse a las convenciones de un trabajo, buscamos que el actor sea el protagonista y no el autor ni el director, buscamos que la actuación sea sutil, sensible y que el espectador pueda sumergirse por un rato dentro de una experiencia teatral intensa, en las profundidades de una mina de carbón.
Los monstruos son demasiado pocos como para ser peligrosos, lo verdaderamente peligroso son los hombres comunes que cometen actos monstruosos. Es nuestra incapacidad de poder aceptarlos como propios de la especie humana lo que nos lleva a situarlos en el terreno de lo monstruoso.
Primo Levi